Eva Perón tomó la palabra tras el triunfo
electoral del peronismo en 1946, cuando las mujeres argentinas aún no
tenían el derecho al voto, y lanzó el desafío: "La mujer no puede ser
solamente espectadora de los movimientos políticos. Debe afirmar su
acción, debe votar''.
Era su primer discurso tras la llegada de
su esposo Juan Domingo Perón a la presidencia, y Evita asumía el
compromiso de luchar a favor del sufragio femenino, que iría a la par de
una política social sin precedentes para mejorar las condiciones de
vida de los más pobres, sus "descamisados''.
La referencia
aparece en la biografía "Evita, jirones de su vida'', del historiador
Felipe Pigna, publicada días atrás en coincidencia con el 60 aniversario
de su muerte que se cumple el jueves. Pigna, al igual que otros
académicos en los últimos tiempos, propone una nueva mirada sobre esta
emblemática mujer, alejada de la antinomia peronismo-antiperonismo y más
aún del perfil de arribista que le atribuye la obra musical que lleva
su nombre, ahora nuevamente en cartel en Broadway.
"Evita
representa algo muy importante, transformador en la historia argentina.
Fue la mujer que instaló definitivamente en la agenda política el tema
femenino y el tema social, no para problematizarlo como se dice ahora
sino para solucionarlo. Es una gran novedad. Evita era muy práctica.
Claramente hay un antes y un después de la presencia de Evita en la
historia argentina'', dijo Pigna en entrevista con The Associated Press.
Explicar desde la academia cómo aquella mujer, "hija natural''
(bastarda), de origen humilde y escasa instrucción, con pasado de
actriz, se convirtió en un personaje fundamental de la historia
argentina, con trascendencia internacional, se vuelve todavía más
oportuno cuando otra militante peronista, Cristina Férnandez, ocupa la
presidencia del país.
"Hay una continuidad en lo político, porque
Cristina ocupó el espacio público que abrió Eva cuando hace 55 años
irrumpió inesperadamente en la escena política'', opinó la historiadora y
periodista Araceli Bellota, autora del libro "Eva y Cristina, la razón
de sus vidas'', también de reciente publicación. El título alude al
libro autobiográfico "La razón de mi vida'', de Eva Perón, publicado en
1951.
"Defender a los humildes y a los que menos tienen cuesta
caro. Y ella pagó con su vida, gustosa, el precio de ser recordada para
siempre como la abanderada de los humildes'', expresó la presidenta
Fernández hace un año al inaugurar un gigantesco retrato en hierro de
Eva Perón colocado en la fachada del ministerio de Desarrollo Social.
Una
infancia de profundas carencias empezó a moldear la personalidad de
María Eva Duarte, nacida el 7 de mayo de 1919 en un pequeño poblado a
200 kilómetros de Buenos Aires. Al igual que sus otros cuatro hermanos,
era fruto de la relación extramatrimonial de su madre con un hombre de
clase acomodada, circunstancia que en aquella época la hacía objeto de
discriminación social.
Una Eva muy pequeña esperó con ansias la
llegada de los Reyes Magos, a los que le había pedido una muñeca. Apenas
se despertó, corrió a buscarla y tamaña fue su sorpresa al encontrarse
con una a la que le faltaba una pierna. "Mamá le explicó que la muñeca
se había caído de uno de los camellos y de ahí su mutilación. Lo que no
le explicó es que había adquirido esa muñeca casi por nada'', relató
Erminda Duarte en "Mi hermana Evita''.
Como tantos millones de
pobres en aquella época, Evita migró a la gran capital para cumplir su
sueño de actriz. Debutó en un teatro el 28 de marzo de 1935 con un papel
de mucama. Su consagración llegaría casi diez años después con un ciclo
radial en el que interpretó a mujeres ilustres de la historia, como
Isabel I de Inglaterra o la zarina Catalina la Grande.
El conocimiento de estas vidas tendría una influencia notable en el futuro político de Evita.
El
22 de enero de 1944 sería una fecha determinante para su historia
personal y la del país. Se habían visto antes, pero Evita captó la
atención del ascendente coronel Juan Perón durante un festival artístico
a beneficio de las víctimas de un terrible sismo en la provincia de San
Juan. Nunca más se separaron.
La sociedad política que
conformaron "es uno de los pocos casos mundiales, si no el único, de dos
conductores carismáticos que conviven. El conductor carismático por
naturaleza es uno y en este caso son dos. Hay una división de tareas,
Evita tiene la tarea agitativa, la social y la sindical y Perón tiene la
tarea de gobernar, la estrategia y la conducción total del
movimiento'', sostuvo Pigna.
En contra de la mitología peronista,
los historiadores ahora coinciden en que Evita tuvo un rol secundario
en la histórica jornada del 17 de octubre de 1945, cuando miles de
trabajadores se concentraron en la Plaza de Mayo, frente al palacio
presidencial, para reclamar la libertad de Perón, detenido por la
dictadura de ese entonces. Nacía el peronismo como movimiento de masas.
Evita
dejó definitivamente su carrera artística para acompañar a Perón por
todo el país en campaña electoral para las elecciones de 1946. No había
antecedentes de la esposa de un candidato con un papel tan activo, más
teniendo en cuenta que la actividad política era cosa de hombres, y las
mujeres no podían elegir ni ser elegidas. Los pocos antecedentes se
remontaban a los años 20, cuando las socialistas Julieta Lanteri y
Alicia Moreau de Justo intentaron postularse como candidatas a
diputadas.
Cuando Perón llegó al poder, Evita tomó el control de
dos pilares fundamentales del peronismo: la relación con los sindicatos y
la fundación que llevaría su nombre, desde la cual ejecutaría la ayuda
social para miles de empobrecidos.
"Evita le dio forma a la
Argentina actual en cuanto a la conciencia de la clase trabajadora, el
respeto por el trabajador cualquiera que sea su rango, que sabe que
tiene derechos y que se tiene que hacer respetar. Antes los trabajadores
no tenían ningún derecho y prácticamente no había leyes sociales'',
resaltó Pigna.
"Ello diferencia mucho a la Argentina del resto de
América Latina en cuanto a la clara conciencia que tienen los
trabajadores de sus derechos'', acotó.
Para Bellota, el ascenso
social de la clase obrera que impulsó el peronismo "permitió que una
mujer hija de trabajadores, como Cristina, haya podido ir a la
universidad y formarse. Y eso le permitió ser presidenta''.
A
Evita se le cuestionaba el uso intensivo de la propaganda oficial, el
control sobre los medios masivos de comunicación, la persecución de
opositores y el culto a la personalidad. Se la acusó de autoritaria e
implacable con "los contreras'', como llamaba a los antiperonistas.
Muchos de estos aspectos negativos de su personalidad también se le
atribuyen a la propia presidenta Fernández.
Y ambas, por su
condición de mujeres y peronistas, han sido blanco de calificativos de
tinte patriarcal y machista, como "yegua''.
"La igualdad (de
género) plena no existe. Basta con recordar las presiones de ciertos
sectores para que Cristina Fernández no fuera candidata a la presidencia
por su condición de mujer. Hemos avanzado muchísimo, pero todavía
falta'', apuntó Bellota.
Evita nunca supo que tuvo cáncer de
cuello de útero, nunca se lo dijeron, según la investigación de Pigna. Y
si lo sospechaba, optó por la negación y no acepó operarse, como sí lo
había hecho su madre de la misma enfermedad, lo cual le permitió
sobrevivir a su propia hija.
"Ella decía que no tenía tiempo para
atenderse y lamentablemente con esa actitud le dio mucha ventaja al
cáncer. Eva pudo haberse salvado'', dijo el historiador.
Tras una larga agonía, Evita murió el 26 de julio de 1952. Tenía 33 años.
La mitología peronista dice que ese día, Evita "pasó a la inmortalidad''.
Agencia AP