La crisis alimentaria de Guatemala se prolonga desde 2008 y se
intensificó desde 2010; BBC describe cómo es el proceso del rescate.
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La desnutrición es uno de los principales flagelos de Guatemala.
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Al contestar la llamada, Carlos Vargas pide aplazar la
entrevista unos minutos. "Estamos subiendo a dos niños a la ambulancia y
están muy graves", explica.
Vargas es presidente de la Fundación Esperanza de Vida,
que junto a otras organizaciones (y con el gobierno de Guatemala)
rescatan a niños con desnutrición aguda de las montañas de Zacapa,
Chiquimula e Izabal en el oriente del país centroamericano.
Los departamentos pertenecen al llamado "corredor
seco", llamado así porque desde hace varios años padece una intensa
sequía que arruinó la agricultura.
Una región que el gobierno de Guatemala considera en
estado de emergencia, pues allí se concentra la mayoría de los casos de
desnutrición infantil aguda y crónica.
El día de la entrevista, Carlos Vargas y su equipo
trasladaron a siete menores al albergue y hospital de la fundación. Un
trabajo que realizan cotidianamente.
"Los llamamos rescates extremos porque los niños están
en condiciones finales. El mes pasado bajé a una niña de 15 años que
pesaba 19 libras (8,6 kilos), y otra de 14 que sólo pesaba 15 libras
(6,8 kilogramos)", cuenta a BBC Mundo.
"La semana pasada se me murieron dos; bajé a una niña
de dos meses que no pesaba ni dos libras (casi un kilo), pero se me
murió. Llegué tarde... Hay ocasiones en que llegamos tarde".
Cada vez que suben a las montañas del corredor seco los
activistas encuentran "muchos, muchos niños" desnutridos. Recientemente
encontraron en una comunidad de Chiquimula a dos adolescentes que
pesaban menos de siete kilos, recuerda Vargas.
Cifras
La crisis alimentaria de Guatemala se prolonga desde
2008 y se intensificó desde 2010, según datos de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU).
Con el inicio del gobierno del presidente Otto Pérez
Molina, en 2011, la tasa de mortalidad infantil por desnutrición aguda
era de 22 por cada 1000 niños.
Una cifra mayor a la que registraron otros países como
Honduras, donde la cifra es de 20 fallecimientos, o en Chile, donde el
nivel es de ocho por cada mil menores de acuerdo con la ONU.
Además, en los 166 municipios considerados más críticos
había sólo 38 médicos y ninguna enfermera, cuenta a BBC Mundo Luis
Enrique Monterroso, secretario de Seguridad Alimentaria y Nutricional
(Sesan) de Guatemala.
Hoy en día, casi dos años después, la situación parece
distinta, afirma el funcionario. La tasa de mortalidad se redujo a la
mitad; la medición más reciente indica un índice de fallecimientos de
7,4 niños por cada mil.
"La intención es que se reduzca más, la aspiración es que no mueran niños en este país por hambre", explica.
Monterroso asegura que estos datos son resultado de la
estrategia gubernamental llamada Hambre Cero, pero también a que el
problema es una prioridad no sólo de las autoridades, sino de
organizaciones civiles y otros sectores sociales.
Pero es insuficiente porque la crisis alimentaria todavía no puede superarse.
La sequía por cambio climático, así como el incremento
internacional en el precio de los granos, hacen que siga siendo difícil
la asistencia a las familias en situación de virtual hambruna.
¿Está superada la emergencia? "Estamos en un momento
icónico", responde el funcionario, porque algunos sectores de la
sociedad que se habían alejado del problema empiezan a participar en su
solución. Pero al mismo tiempo reconoce que la crisis alimentaria no
cesa.
"El país sufre hambre estacional de manera recurrente",
insiste, debido al desempleo, plagas en las cosechas y el estiaje
prolongado que es causa del llamado "corredor seco".
Décadas
El gobierno mantiene vigilancia especial sobre 58.800
hogares, especialmente en los departamentos del corredor seco. De éstos
ha seleccionado a 6.400 niños que se encuentran en situación difícil, y a
quienes se vigila permanentemente su condición de salud.
Pero salir de la emergencia no será fácil, pues la
experiencia internacional indica que los primeros resultados definitivos
se obtienen después de varios años, incluso décadas, como sucedió en
Brasil y México, afirma Monterroso. La magnitud del problema supera los
esfuerzos gubernamentales y de organizaciones civiles.
Mientras, el problema de los niños y adolescentes con
pocos peso seguirá. Todavía hay muchos en las montañas y comunidades
rurales del corredor seco, insiste el presidente de la Fundación
Esperanza de Vida.
Los voluntarios de la organización, como otros grupos y
brigadas del gobierno guatemalteco viajan casi a diario a los pueblos
más alejados en busca de niños con desnutrición aguda o crónica.
En casos extremos los menores son trasladados a
hospitales y albergues, como hace la Fundación. Los menores reciben
alimentación especial y auxilio médico. Una vez que empiezan a recuperar
su peso vuelven a sus comunidades con una dotación de leche y otros
alimentos.
"Este año hemos rescatado a 520 pero creemos que puede
haber mil más en las montañas", asegura Carlos Vargas. "Esta es la peor
emergencia que ha vivido Guatemala".
Alberto Nájar
BBC Mundo