El río bajaba cantando entre los riscos,
produciendo claros sonidos al pasar entre las piedras, todo estaba en el
silencio de la naturaleza. Los pájaros saltaban en las ramas o de vez en cuando
rasaban el agua en búsqueda de algún insecto, la brisa se escurría entre
los arboles suavemente. Él caminaba sin apuro con su mochila a cuesta,
Respirando profundo, sintiendo el placer de los olores del río. Llevaba consigo
su caña de pescar sus carnadas, iba buscando el lugar adecuado para tirar; el
anzuelo... Por fin luego de un rato de camino encontró una pequeña playa;
protegida del viento, allí había un tronco seco, parecía un buen lugar. Lo
miró, le gustó la idea de quedarse allí; la brisa suave, el aire estaba un poco
helado, en la cordillera a veces; se siente ese aire; fresco. Colocó su mochila
en el piso; la acomodo junto al tronco, preparó su caña, sus señuelos, nada lo
apuraba, estaba allí... sólo con sus pensamientos; era lo que más le gustaba de
los días de pesca al río. Mirar simplemente el horizonte, disfrutar de ese
paisaje de la montaña. Se acomodó su sombrero atrás, observó el cielo,
íntimamente sintió que sería una buena jornada e hizo su primer tiro.
Rápidamente recogió su tanza y así una y otra vez... de pronto una avutarda
graznó. Miro al cielo y luego volvió a su tarea en silencio con una
satisfacción infinita en su corazón, la mañana avanzaba y el sol empezaba a
calentar, de vez en cuando se mojaba su cara, su cabeza, su cuello para
refrescarse. El río lo iba llevando a caminar por la costa del río en busca de
sus presas, por fin un pez; enganchó en el anzuelo, se puso alerta, recogió el
sedal llevándolo con precisión hacia él, era su lucha con los habitantes del
agua, hasta que por fin pudo verlo, una hermosa trucha arco iris, un ejemplar
mediano; atrajo; el trofeo con paciencia hasta que llegó a sus manos; contemplo satisfecho. Con
cuidado le sacó el anzuelo y con suma delicadeza; deposito nuevamente en el
agua al pez; éste;
coleteo y desapareció rápidamente. Sonrió...Salió del agua, hincho sus pulmones
con el aire del río, la lucha había terminado, se sentó apoyando su espalda en
el tronco, prendió un cigarrillo, tiro su sombrero hacia delante y simplemente
se relajo, estaba feliz, tranquilo. Él solo era un pescador.
AUTOR:Los cuenticuentosdelaguilamora.