Un simulador de paciente humano a escala real -que tiene pulso, respira y dilata sus pupilas- capacitará a anestesistas en la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires para resolver situaciones adversas que pueden presentarse durante una intervención quirúrgica.
El simulador, único en Sudamérica, es un maniquí que
cuenta con un software altamente sofisticado y muy versátil -comandado
por el bioingeniero paranense Julio Barrientos-, que refleja a través de
su manipulación en un quirófano montado especialmente para su uso,
todas las respuestas humanas a los problemas que pueden aparecer en una
cirugía a chicos o adultos.
El simulador funcionará en la sede de la Asociación, en
Aranguren 1323 de Capital Federal, y en el lapso de un año podrá
capacitar a unos 400 anestesiólogos residentes y especialistas que
intervienen en operaciones quirúrgicas en la Ciudad de Buenos Aires y en
el territorio bonaerense.
"Este simulador permite recrear cualquier situación
intraoperatoria, con la ventaja de poder representar los fenómenos como
si estuviesen sucediendo en un ser humano real en tiempo real", dijo
Marcelo Campos, vicepresidente de la entidad y subdirector de la Carrera
de Médico Especialista en Anestesiología de la Unidad Académica de la
Universidad de Buenos Aires.
Durante una demostración a la prensa, tres profesionales
modelaron una típica situación de quirófano, logrando transmitir la
tensión de dificultades como colocar un tubo flexible en la tráquea para
venteo de aire, con un obstáculo habitual, como la rigidez de la
lengua, impuesta al muñeco desde el panel de control.
En una cirugía virtual, los asistentes pudieron tantear
el pulso en muñeca y empeine, auscultar los pulmones, ver programar los
latidos y hasta medir la presión arterial, así como la administración de
drogas, a través de un código de barras que le dice al sistema qué se
le está suministrando.
"Se le pueden programar situaciones específicas que
pueden suceder durante una cirugía, como un sangrado o una baja de
presión arterial en pacientes críticos", dijo Campos.
"Es muy importante poder hacer estas prácticas en el
campo de la anestesiología porque agilizan las respuestas ante
situaciones críticas y aportan además, una experiencia muy valorable
para el profesional", enfatizó Campos, quien informó que el sistema
costó medio millón de dólares.
La cantidad de droga suministrada -agua destilada marcada
con distintos códigos de barra- en un paciente con características que
se quieren investigar y que fueron previamente cargadas en el programa
central del simulador, permite ver a través de una pantalla la reacción
de las mismas en el organismo, a través de una medición en el "cuerpo"
con una balanza de alta precisión.
Signos vitales
El maniquí, cuyos fabricantes estadounidenses están
vinculados a los simuladores aéreos, muestra en forma realista signos
vitales como el sonido del corazón, la respiración con los abdominales y
tórax desplazándose, pulsos palpables y permeabilidad de las vías
respiratorias, que son acopladas dinámicamente junto con modelos
matemáticos de farmacología y fisiología humana.
La simulación va recorriendo las distintas etapas desde
el comienzo, con la inyección de un hipnótico y un relajante de músculo
liso, para establecer la ventilación adecuada.
La Asociación de Anestesistas, cuyo presidente es Carlos
Carbajal, proyecta ampliar programas pedagógicos ya que, según los
especialistas, la constante formación es lo que ha permitido pasar a los
anestesistas desde el no pretendido primer puesto a un séptimo lugar,
en demandas de mala praxis.
"Lo principal es que todas estas herramientas que
proporciona el simulador, hace que se pueda entrenar al anestesiólogo
-médico que hace la residencia en la especialidad- ante situaciones
adversas que pueden ocurrir en el quirófano, sin ningún riesgo para el
paciente", enfatizó Campos..