Una botella de plástico de un litro puede cambiarle la vida a
muchísima gente en nuestro país, donde, según un estudio realizado por
la ONG Un Techo para mi País, dos millones de personas viven en villas
de emergencia. Sólo en Capital y Gran Buenos Aires hay casi 900 de
ellas, donde 508.144 familias sufren la falta de luz eléctrica todos los
días, teniendo que vivir en la oscuridad.
“Fue una toma de
conciencia, darnos cuenta de que un rato del tiempo de cada uno puede
hacer la diferencia en la vida de una familia”, dice Martina Sasso, que
junto con tres amigos (Santiago Ortiz, Soledad Jorge y Matías Selva) fue
responsable del nacimiento de Un litro de Luz en la Argentina, que
promueve este sistema limpio, fácil y ecológico.
El movimiento
tiene el objetivo de iluminar las viviendas de manera accesible y
ecológica. El proyecto, ideado por Alfredo Mosed en Brasil y
desarrollado por el Massachusetts Institute of Tecnology (MIT), lleva
luz natural a las casas de gente de bajos recursos. Utilizando una
botella de un litro, agua y unas gotas de lavandina, se ilumina una
vivienda como con un foquito de 55 watts.
Se utiliza una botella
transparente de plástico rellena con agua purificada y lavadina, que se
inserta en orificios abiertos en los techos para aprovechar la luz
exterior durante el día. De esta manera, se alumbra de manera natural
las casas sin acceso a la electricidad.
“El elemento principal
(la botella de plástico), es también basura. La idea es recolectarlas,
utilizarlas en las instalaciones y contribuir con el medio ambiente de
la zona”, explica Sasso.
Otro beneficio es la seguridad. “Los
hogares que no cuentan con acceso a alumbrado, normalmente utilizan
conexiones informales de electricidad, velas, lámparas de kerosene u
otros dispositivos similares que contaminan el aire dentro de la
vivienda. La botella solar evita intoxicaciones y posibles incendios”,
informa la agrupación Un litro de Luz de Perú.
El mismo estudio
señala: “Las viviendas son normalmente módulos de una sola habitación,
sin ventanas ni acceso a luz solar, que utilizan una bombilla eléctrica
durante el día”. De modo que estas instalaciones constituyen un ahorro
para las familias que usan conexiones eléctricas”.
Sasso
destaca que en la Argentina “existen poblaciones y pueblos aislados que
no tienen tendido eléctrico. Dado las altas temperaturas, las casas en
el norte de nuestro país no poseen casi ventanas, disminuyendo así la
calidad de vida. La mujer y los niños son los más perjudicados. Esta
situación también se da en el Delta”.
Los creadores de Un litro
de Luz Argentina conocieron el proyecto en 2011, mientras miraban
páginas de Internet. “Vimos un video sobre lámparas solares en Filipinas
y nos dimos cuenta que la situación acá era igual a la de allá”, dice
Sasso.
El movimiento comenzó como una idea de Alfredo Moser, un
mecánico de San Pablo, a quien en 2002 y a partir de los cortes de luz
en Brasil, se le ocurrió utilizar una botella de agua para refractar la
luz solar y así iluminar su taller durante el día.
Luego, el
concepto fue tomado y desarrollado por un grupo de estudiantes del
Massachusetts Institute of Tecnology (MIT) y, después, la ONG My Shelter
Foundation creó el movimiento internacional Un litro de luz.
Esta
agrupación fue la que impulsó el proyecto en Filipinas, donde instaló
la lámpara solar en 28 mil hogares y cambió la vida de 70 mil personas
solamente en Manila.
Actualmente, se encuentra en India, Indonesia, Suiza, Brasil, México, Perú, Colombia, Egipto, etc.
Sasso
y sus compañeros se pusieron en contacto con las otras filiales de Un
litro de luz. “Hablamos con ellos, entre ellos con la gente Brasil, la
que tiene más antigüedad en este sistema. Perú y Colombia para ese
momento se estaban organizando. También hablamos con la ONG Litter of
Light, en Filipinas, para contarles sobre el inicio del proyecto en la
Argentina. Estaban todos súper felices”.
Financiamiento
La
agrupación comenzó como un emprendimiento entre cuatro amigos. Luego
creció y buscó financiarse a través de la plataforma de financiamiento
colectivo, Ideame. Hoy, el proyecto encara una nueva etapa.
En breve, se podrá colaborar a través de una nueva presentación en
Ideame, bajo la consigna “Todo suma”. En la que todo lo que se recolecte
irá destinado a la asociación, más allá de que se alcance el objetivo o
no.
¿Fue difícil el proceso?
Sasso: El
proceso fue difícil, porque contábamos solamente con los materiales que
podíamos conseguir nosotros. A través de Ideame, dimos con la plataforma
que nos permitiese contar con recursos para los materiales. También, la
gente en nuestra cuenta de Facebook se mostró muy colaborativa, no sólo
ofreciendo materiales, sino también mano de obra.
¿En cuántos lugares colocaron las botellas?
Las
aplicamos en San Isidro y en el Tigre. Nuestro proyecto en Ideame
estaba apuntado a Santiago del Estero, pero por temas económicos no
pudimos llegar tan lejos.
¿Cómo reacciona la gente?
Es
duro, porque tenés que convencer a alguien que le vas a hacer un
agujero en el techo de su casa. Nosotros teníamos armado un prototipo en
una especie de caja, para mostrar la experiencia. También teníamos
material de apoyo, en videos que nosotros mismos filmamos. La gente en
general se mostró súper entusiasmada con el proyecto, y muchos siguen
contactándose con nosotros para ver de qué forma pueden ayudar, o
informándonos de zonas sin electricidad.
¿Esto les modificó la vida?
Este
proyecto no es "nuestro proyecto", nosotros decidimos plantar una
semilla, para que la gente se entusiasmase, se incentivase a hacerlo en
diferentes zonas. A raíz de Un Litro de Luz, mucha gente se contactó con
nosotros pidiendo consejos, para armar estas lámparas solares en sus
barrios.
¿En qué estado está el proyecto?
El
proyecto está empezando, aunque no seamos nosotros cuatro quienes lo
lideramos en este momento. En la Argentina, nacieron muchos grupos
emergentes con ganas de sembrar el proyecto en otros lugares. Al fin de
cuentas, ese era nuestro objetivo.
Botella solar, paso a paso
-
Se llena la botella transparente de 1,5 litros con agua purificada y se
agregan tres cucharadas de lavandina. Esta evita el desarrollo de moho
en la solución, que puede durar hasta 5 años, mientras el agua destilada
o purificada aporta mayor claridad.
- Una vez preparada la
mezcla, se hace un orificio en una lámina de zinc o fibra de vidrio,
donde se inserta la botella hasta la mitad.
- Para evitar filtraciones, se sellan bien los agujeros que queden entre la plancha y la botella.
-
A continuación, se perfora un agujero en el techo de la casa y se
ajusta con firmeza el artefacto, teniendo como tope la pequeña lámina.