Por Ricardo Villar
El pasado fue un domingo
diferente en mi pueblo grande, Neuquén. Hubo sol primaveral, cielo
claro, con algunas nubes aisladas y viajeras, suave viento fresco
bajando desde el sudoeste, junto al verde de la vegetación, daban un
marco natural envidiable
Pero la esencia del día no estuvo en el
entorno o escenario natural. Estuvo en los espíritus, en el conciente e
inconciente de cada uno de los neuquinos que vivimos como propia, como
lo que es, la tragedia en el la Cooperativa Obrera, la querida "Coope",
ubicada en el oeste de la ciudad, cerca de los mas pobres, como ha sido
la esencia de esa entidad.
Siete vidas se cobró el derrumbe,
llenando de dolor insoportable a sus familiares, vecinos, amigos,
compañeros de trabajo y a todos los neuquinos sensibles y solidarios.
Pero el drama también alcanza a los trabajadores de la Cooperativa, a
los vecinos del lugar y a todos quienes queremos vivir en un pueblo que
nos brinde seguridad, en donde haya control de las instituciones
públicas pero también responsabilidad ciudadana en cada uno de nosotros.
Duele comprobar una vez mas que una acción humana provoca
semejante drama. Porque este no fue un accidente. Un accidente es algo
que no se puede prever. Y esto se pudo, se debió, prever. No hay dudas.
Pero
la vida de los neuquinos, la de todos los dias, está salpicada por la
negligencia, en las calles, en las rutas, en la venta de alimentos, en
las construcciones, en las instalaciones de todo tipo. ¿Para qué vas a
hacer las cosas bien si las podés hacer mal, más rápido y con mejor
beneficio?, parece ser la pauta cultural dominante.
¿Cuántas vidas
se han cobrado, solo este año, las rutas y calles neuquinas? ¿Cuántas
muertes jóvenes han producido el alcohol y la droga y los asaltos y
robos? ¿Cuánto dolor han provocado los incendios en mas de 80 casillas
precarias del oeste? Interrogantes con respuestas, que si se plantearan
cotidianamente, golpearían la conciencia de la mayoría y tal vez
empezaríamos a cambiar la conducta individual para transformar lo
colectivo.
Pero naturalizamos lo trucho y hasta tenemos vergüenza
cuando hacemos o decimos lo correcto ante el gesto sobrador del "pícaro"
o miramos con admiración a los que siendo truchos, se convierten en los
modernos exitosos del pueblo. Y cuantos de ese tipo de personajes
existen por aquí…!!
Y para colmos –culpa de tener tantos años y
haber compartido el crecimiento del pueblo- a quien todos los dedos
acusadores sindican como responsable primario de la tragedia, el Néstor
Guerrero, lo conozco de chiquito. Le llevo diez años en la edad y lo ví
crecer en los alrededores de la cancha de Unión Vecinal, en Colonia
Valentina; conocí a su padre, Juan, que murió cuando un avión de
Transportes Aéreos Neuquén, se estrelló en el morro cercano al
aeropuerto Chapelco, haciendo un vuelo sanitario, en un domingo del
invierno de 1985; y compartí la escuela primaria, con Hugo, su hermano; y
supe de su egreso como maestro mayor de obras, de la vieja ENET 1, de
su ingreso al Estado neuquino como dibujante tècnico, de sus comienzos
en el negocio de madera y materiales de construcción. De su evolución
económica me enteré por amigos o allegados, porque en algún momento el
Néstor abandonó los viejos espacios para frecuentar los que el mundo de
los negocios puso a sus pies. Hoy lo reencuentro ante tremendo
protagonismo, lo que también me golpea, por la historia común y mansa
que compartimos…
Ni el feriado dominguero, ni siquiera el
River-Boca que venía esperando desde hace más de un año, alentó mi
expectativa dominguera.
Ese día y aún hoy, trato de ponerme en el
cuerpo y alma de los familiares que hace pocas horas enterraron a sus
muertos, pero es imposible llegar a compartir la profundidad de su
dolor. Porque la muerte es una consecuencia de la vida. Es lo natural.
Pero no hay forma de comprensión posible de este principio tan básico,
cuando a la vida la arrebatan estos incidentes producto de la
negligencia de alguien o de algunos.
Estos días en Neuquén, mi
pueblo grande, la naturaleza nos está brindando un marco natural
impactante, ideal para el disfrute, para alimentar momentos de alegria,
pero hay un contrapeso muy fuerte, que lo impide. Solo es tiempo de
mucha solidaridad, de reflexiones profundas y de compromisos de hacer
todo lo posible para terminar con los truchos y las truchadas, empezando
por las que existen en el mundo de la política, que es desde donde se
expanden los ejemplos, sobre todo los malos ejemplos.
Neuquén, 29/10/2012
Fuente.ríonegro.com.ar