sábado, 24 de noviembre de 2012

La voz literaria de la FMSUR comparte EL CRISTAL DE ROCA



La montaña se mostraba a lo lejos en la penumbra del amanecer, el sol tardaría en salir, Aurelio salió aquella mañana con su mochila por los senderos de la montaña, en busca de piedras que luego vendería a los turistas; atraían esas piedras que el pulía pacientemente dándoles distintas formas. Decía a quien quisiera escucharlo que "ellas" le hablaban, y le sugerían que formas tendrían, él solo cumplía con el mandato de ellas, solo era un mensajero de la forma.
Aquella mañana no sería igual a cualquier otra, pues le esperaba una sorpresa en su búsqueda.
Mientras recorría los senderos de la montaña del Collón Cura; observó que todo estaba quieto, que el viento lo azotaba con fuerza, y que ni siquiera se había cruzado con algunas liebres o algún zorro en el camino, solo las águila revoloteaban en los caminos del aire, meciéndose tan alto, que solo parecían un punto.
Estaba acostumbrado al viento, a la agreste vegetación, a los sinuosos senderos; a este paisaje del sur de la Patagonia, él amaba esos cielos, ese aire que respiraba; henchido sus pulmones; con el olor a tomillo, molle, jarillas; romerillo. No cambiara ni la más hermosa ciudad del mundo, por este mundo donde dolía el silencio. Aquí podía hablar y escuchar a su corazón. Podía escuchar las historias del viento que le traía noticias de otros lugares del mundo; le contaba de la lluvia; la nieve, de los días cálidos y también de los fríos...; en este lugar era feliz.
Era un cristal de roca, que buscaba otras rocas para hacerlas conocer otros mundos, a través de las personas que las compraban y las llevaban consigo en su andar por la vida. Esa mañana descubrió; con gran sorpresa; que; su corazón que le

hablaba pacientemente; le decía que era feliz, esculpiendo rocas, que cobraban vida a través de él y qué seguiría haciendo esos mientras viviera...
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