miércoles, 29 de agosto de 2012

El despegue de un sueño: El auto volador

 El sueño del auto volador es sorprendentemente viejo: hace 100 años, cuando se fundaban algunas de las grandes automotrices actuales, se presentó un prototipo. "En 1911 fue exhibido en París y en 1912 pasó las primeras pruebas", relata John Brown, redactor jefe del «Roadable Times», el "Foro mundial de los coches voladores".
También en la actualidad los inventores trabajan en un híbrido entre automóvil y avión. Brown, nacido en Australia, es director de proyectos en la firma alemana Carplane y persigue desde hace años un objetivo: construir tanto un buen automóvil como un buen vehículo volador, unidos en un único producto. Pero el hecho de que no exista ninguno que haya llegado al mercado tiene sus razones.
Es cierto que se pueden comprar artilugios voladores como el británico Skycar del empresario Gilo Cardozo, y también el modelo Maverick, del estadounidense Steve Saint. Pero estos inventos son, según Brown, "o bien Buggys con un parapente o bien aviones a los que se les añaden ruedas para la carretera». Brown subraya que no conoce ningún "auténtico" auto volador, pese a que hay "más de 300" que se han alzado en vuelos de prueba.
El Carplane llegará al mercado como muy pronto en 2015, pero Brown está convencido de haber resuelto los principales problemas con los que se enfrentan en general los ingenieros. Uno de ellos es por ejemplo la forma de repartir el peso: "un avión necesita poder elevar la parte delantera para despegar y aterrizar, mientras que un automóvil requiere mucho peso tanto delante como atrás", señala Brown.
También se necesita un mecanismo que regule el despegue y el aterrizaje: cuando el vehículo funcione como automóvil, tiene que ser capaz de quedarse en tierra incluso a altas velocidades.
Algo que según Brown consigue el Carplane, de 7,60 metros de largo y dos asientos. Para funcionar usa un motor Subaru de 97 Kw/130 cv, que en el aire permite una velocidad máxima de 120 nudos (unos 220 km/h), y en tierra 176 km/h. Las alas se ubican en el techo y se despliegan como si fuesen las de un insecto. El precio del vehículo se calculará en base a los pedidos que se registren, pero la empresa estima que rondará los 100.000 euros (unos 129.000 dólares).
El principal competidor de Carplane, el Terrafugia, se encuentra algo más avanzado. La firma, creada en 2006 por un grupo de pilotos e ingenieros de vuelo en Massachusetts, Estados Unidos, ha fijado el precio de su modelo volador The Transition en 279.000 dólares (unos 200.000 euros). La compañía promete que los autos podrán adquirirse a fines de 2012. "Actualmente estamos aceptando los primeros pagos a modo de reserva", explica Richard Gersh, vicejefe de Terrafugia.
Su propuesta también es un modelo biplaza con alas plegables que se asemeja mucho a un avión deportivo y que alcanza un máximo de 185 km/h en el aire y 105 km/h en el asfalto. Según las imágenes disponibles pareciera que el coche entra en un garaje estándar, aunque su gran ancho de 2,30 metros lo complica un poco.
Los autos voladores deben ser capaces también de circular por las carreteras actuales. "Hay un cliché con el que tenemos que romper", reconoce Brown, que es que no fabrican "productos para las ciudades del futuro". "Nuestro nicho de mercado son los muchos hombres de negocios que por ejemplo toman un avión por la mañana en el aeropuerto de Berlín". Para quien recorra a menudo entre 350 y 1.200 kilómetros por trabajo, el Carplane podría resultar la opción más económica.
Que la idea lleva muchos años en las mentes de los ingenieros lo atestigua otra empresa estadounidense. Desde hace 50 años Paul Moller, fundador de Moller International, investiga para crear un auto volador. Pero incluso con su proyecto más nuevo no ha pasado del prototipo. Según el gerente Bruce Calkins, no puede pensarse en una producción en serie antes de 2014.
El Skycar de Moller International, que cuenta con cuatro motores, tendrá espacio para cuatro pasajeros, despegará y aterrizará como un helicóptero y llegará a la velocidad de un jet comercial, más de 600 km/h. Con el tanque lleno sus creadores aspiran a que recorra hasta 1.200 kilómetros.
Como alternativa, Moller también trabaja en un diseño llamado Autovolantor, inspirado en el Ferrari 599 GTB. Se trata de un híbrido en doble sentido: para permitir su funcionamiento en tierra y en el aire se utilizan tanto rotores como motores eléctricos con una fuerza conjunta de 800 caballos.
El Autovolantor es de todos el proyecto que más de acerca al típico cliché de los autos voladores para evitar los embotellamientos. Porque en medio de una congestión de tráfico puede alzarse en el aire y continuar el viaje en otra calle menos concurrida. Si algún día llega al mercado, será un vehículo bastante caro, pero "mucho más barato" que el prototipo de tres millones de dólares, según Moller International.
Estados Unidos es con mucho el país donde se trabaja de forma más intensa en el desarrollo de vehículos voladores, en inglés «roadable aircrafts» o MMV (Multi-Mode-Vehicle). Otra empresa dedicada a ello es Milner Motors, que en 2008 exhibió en la feria de Nueva York un prototipo del AirCar, de cuatro plazas.
Viene de Europa en cambio el PAL-V, el vehículo volador de la compañía holandesa PAL-V Europe BV que parece un Trike (una motocicleta de tres ruedas). Un rotor principal sobre el techo permite que se eleve y avanza gracias a un propulsor en la parte trasera. Su salida al mercado será posible en "dos a tres años", afirma el gerente Robert Dingemanse.
El empresario describe el vehículo de una forma que suena un poco a ciencia ficción. "Cuando sea difícil seguir viaje, sencillamente podrá seguir volando, sobre lagos, montañas, desiertos, brazos de mar o fiordos", afirma Dingemanse, que ve como potenciales clientes a la policía, los paramédicos, los agentes de aduana o los militares.
Quedan cuestiones pendientes como el permiso de conducir para estos vehículos, la regulación del espacio aéreo y los grandes riesgos de seguridad. John Brown se imagina que además del carnet tradicional sería necesario para el Carplane una licencia para volar aviones deportivos ligeros. Algo que aún no existe, pero que, opina, "ya llegará".
Por Stefan Weißenborn (dpa)
Fuente: Rionegro.com.ar