Desde los clásicos al folclore, desde el
tango a las marchas, desde Vivaldi a La Vela Puerca. Así de amplio es el
espectro, lo suficiente como para no dejar a nadie afuera. El lema es
"no hay música sin instrumentos".
Cientos de chicos de primero a
séptimo grado se plegaron a la convocatoria. Hicieron de la música la
razón para ensayar por horas hasta que los temas salgan. Y lo lograron,
subieron al escenario, reclamaron sus instrumentos en la casa, en la
escuela y cambiaron otros entretenimientos por la música. Así de simple y
así de maravilloso, dejaron mucho de lo que hacían a diario -horas de
computadora, de ciber, de calle, de otros entretenimientos- y se
entregaron a la música. La única condición fue no dejar de lado los
estudios y cumplieron.
Es como esas fotos aéreas que muestran las
ciudades en la noche, donde una a una se van prendiendo las luces. Así
fue prendiendo la iniciativa que ya tiene sello propio en Regina, en
Choele Choel, en San Antonio Oeste, en Añelo. La idea es que siga
prendiendo luces, que las clases de música en las escuelas sean del
gusto de los chicos, que encuentren ahí algo más que la teoría que
impera en las clases de ese tipo desde siempre.
El impulsor, que
hasta viaja a dedo para tocar con sus orquestas, aspira a que cada
escuela tenga su propia orquesta infantil de primaria. El objetivo es
grande, pero también es posible.
La motivación de los chicos,
ahora llamados pequeños músicos, es la clave para que la idea prospere,
para que cada escuela sienta la necesidad de tener su propia orquesta,
para soñar con los músicos dentro del aula.
La tarea parecía titánica hace algunos años y lo sigue siendo. Pero algo cambió en algunas escuelas, algo suena distinto.
La
historia es bastante simple, aunque no tan simple el camino que tuvo
que recorrer su impulsor. Lo cierto es que la idea se hizo música y la
orquesta empezó a sonar acá, allá, más allá, en el centro, en la costa,
pegada al mar, en infinidad de lugares. Es como la gran ilusión cuando
los árboles empiezan a dar sus hojas, primera señal de que la cosa va en
serio.
Así son las ideas, se cultivan y hay que esperar a que prendan. A veces con éxito, otras no tanto.
Este
caso muestra que la idea tiene respaldo, que la música es capaz de
poner las cosas en su lugar y ya son varias las escuelas en Río Negro, a
lo que ahora se sumará en Neuquén una de San Patricio del Chañar, que
tienen su propia orquesta y hasta su propio CD con la música que son
capaces de hacer.
Esa idea es crear desde cero, es decir desde los
chicos de la primaria que no saben nada de música, una orquesta escolar
que deleite a la comunidad, que enseñe y que sea la mejor alternativa
para las horas de los chicos. Y para lograrlo hay que enseñar todo. Una
de las experiencias dio sus frutos a los cinco meses, otras demoraron un
poco más, pero quedó absolutamente claro que se puede, que las clases
de música pueden ser distintas.
El impulsor de todo esto es Mario
Ormeño, un maestro de música que vive de su trabajo docente, pero que
pone mucho de sí mismo para llevar adelante un proyecto que tiene
cientos de seguidores en cada pueblo, pero poco respaldo para armar las
orquestas.
Todos los instrumentos imaginables de una orquesta se
fueron consiguiendo en cada pueblo, y cuando faltaron los tambores de
verdad buenos fueron los tachos de pintura de 20 litros. La cuestión es
que cada uno toque, que cada uno pueda escuchar su propia música, el
sonido de su propio instrumento, que multiplicado por muchos hacen una
envidiable orquesta.
Envidiable, ese es el término, así es la música que tocan estos chicos conducidos por Ormeño.
Han
logrado tal complicidad, que el propio Mario Ormeño entra a las clases
siempre tocando algún instrumento, y del otro lado de la puerta los
chicos lo esperan ansiosos, siempre con alguna propuesta nueva, como por
ejemplo, "¿podemos hacer tal tema?".
Y así empieza a sonar una
nueva ilusión, ensayos, correcciones del director de la orquesta, nuevo
ensayo, algunos arreglos y el tema salió. Un lujo, ya está listo para la
próxima presentación, que a juzgar por lo que viene sucediendo,
convocan a casi todo el pueblo, como pasó en Choele Choel, como pasó en
San Antonio y como espera que pase en otras ciudades de la región.
Ormeño sabe que su objetivo es ambicioso, pero también entiende que es mucho más simple de lo que se pueda imaginar.
La
idea es capacitar a los docentes de música para que lleven adelante la
experiencia en cada escuela, que cada establecimiento tenga su propia
orquesta con los chicos de la primaria, que los alumnos aprendan la
clave de sol, pero también sepan ejecutar un instrumento, que las clases
de música no sean para cumplir y repetir como loros conceptos teóricos
que probablemente en un año o dos habrán olvidado.
Ormeño ya
llevó su experiencia por Regina, Choele, San Antonio y ahora El Chañar,
pero pretende que las escuelas públicas tengan la experiencia, que los
chicos de cada establecimiento vuelquen su tiempo a la música, que
aprendan, y por qué no que sirva para descubrir algún músico de
excelencia que quiera seguir adelante después de los años escolares.
Fuente:Rionegro.com.ar